![]() A menos de seis meses del inicio de su segundo período de gobierno, Barack Obama está inmerso en una seguidilla de escándalos que bien podrían terminar definiendo cómo pasará a la historia. Por: Carlos Chirinos Una serie de filtraciones relativas a la seguridad nacional tienen al gobierno a la defensiva y dejan en evidencia el nivel de discrecionalidad y de secretismo con el que se administran las polémicas leyes que autorizan vigilancias cuando se sospecha de actividades extremistas. El caso de la masiva obtención de datos de la telefónica Verizon o el seguimiento de usuarios de Internet que se conoció por la información que suministró a la prensa el exasistente de la CIA Edward Snowden han aumentado la presión sobre Obama, al tratarse de operaciones de vigilancia estatal que abarca a segmentos grandes de la población. Para muchos resulta irónico que un presidente que llegó al poder cuestionando los excesos cometidos en nombre de la llamada “guerra contra el terrorismo” esté siendo señalado por sus propios excesos al usar las herramientas ilegales que tanto criticó. Una encuesta realizada por la Universidad de Quinnipiac encontró que un 76% de la población considera que debe abrirse una investigación especial en el caso de la oficina de impuestos y su tratamiento de organizaciones conservadoras. Un 43% considera que el escándalo en torno al ataque al consulado en Bengasi “es politico”, aunque una proporción similar cuestiona la respuesta inicial dada por el gobierno. Sólo un 15% cree que la recolección secreta y masiva de datos telefónicos es un asunto grave” Los sondeos indican que la mayoría de los ciudadanos está dispuesta a sacrificar algunas libertades individuales si eso redunda en mayor seguridad.
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April 2015
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